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jueves, agosto 07, 2008

Día 10: De Chandler a Amarillo (Texas)

Empieza un nuevo día en nuestro viaje por tierras americanas. Esta noche hemos debido adelgazar unos cuantos kilos pues las habitaciones del motel más bien parecían unas saunas. Nuestros cuerpos lo agradecerán y las mujeres que gozan de ellos también. Sin embargo el calorcito no nos abandonará en todo el día. A las 12 del mediodía el termómetro de Cañonero ya marca 100ºF (unos 37ºC). ¡Qué gran invento el aire acondicionado!
Al poco de salir de Chandler nos encontramos con un gran mural de la ruta 66 que nos da pie a unas fotucas muy chulas. Prácticamente nos pasamos toda la mañana metidos en el coche, tratamos de seguir la vieja ruta 66 evitando autopistas y así de paso no pagamos peajes. Pero a veces la señalización no es la adecuada y damos bastantes vueltas, lo cual nos retrasa bastante.

Comemos en Weatherford donde una guapa camarera nos atiende. Además se esfuerza en hacerse entender cuando no la entendemos a la primera, cosa que no siempre nos ha pasado.

Seguimos nuestra ruta con los estómagos llenos de rico colesterol americano y llegamos a Clinton donde entramos a un Museo de la Ruta 66 por el módico precio de 3$ atendido por una amable anciana, cosa que no es muy frecuente en nuestro país pero que en los USA parece más habitual.
Notamos como el paisaje ha cambiado respecto a días precedentes. Se ha vuelto más seco. Nos preguntamos de donde sacarán el agua en estos parajes, y es que llevamos atravesado casi medio país y no hemos visto ninguna montaña. También vemos alguna máquina extractora de petróleo al lado de la carretera.

Llegamos a Texola del que habíamos leído que era un pueblo fantasma aunque nosotros observamos algún lugareño. Pero lo más curioso nos ocurre al abandonar el pueblo. Vemos atravesar la carretera a una correcaminos madre seguida de 4 o 5 hijos. ¿Huirían del coyote? Poco después entramos en Texas. El calor sigue siendo insoportable (101ºF a las 20.00h). Se hace de noche y nuestros estómagos lo notan. Así que tratamos de buscar un lugar en el que cenar lo cual no nos va a resultar fácil Hay pocos pueblos en Texas y muy distanciados entre sí y en los que paramos, o no encontramos ningún sitio para comer, o han cerrado ya (todavía no son las 9 de la noche). Antes mencionar que Miguel se merece un aplauso por no usar en el día de hoy su pie izquierdo para pisar el inexistente embrague. Nuestros cuellos se lo agradecen.

Así que nos vemos obligados a llegar hasta Amarillo que ya es un pueblo bastante grande. Allí teníamos una visita obligada al The Big Texan porque resulta que la persona que consigue comerse un chuletón de 72 onzas (unos 2 kilos) más todos sus acompañantes (ensalada, patatas fritas, alitas de pollo y creo que algo más) no tiene que pagar nada y entra en el libro de honor del lugar. Nosotros llegamos dispuestos a intentarlo, ¡qué somos de Bilbao la hostia!, pero en cuanto vemos el tamaño del chuletón y de las personas que lo intentan nos damos cuenta que vivimos a unos cuantos kilómetros de Bilbao. Vamos, que nos rajamos. Aquí va un buen ejemplar del tipo de persona que intenta y consigue la hazaña.
Así que pedimos una cena más modesta que aún así nos cuesta terminar. Es curioso el recinto éste. Todo decorado y ambientado al estilo cowboy, hasta los camareros van vestidos con atuendos vaqueros. Incluso el que nos toca a nosotros, al que llamaremos Ronco Bill por esto que comento y por su peculiar voz, tiene gestos de verdadero cowboy. No sabemos si es que es así o es que se mete de lleno en su papel.
Se acaba el día y hay que buscar sitio para dormir. Preguntamos en varios moteles precios y condiciones, regateando siempre. Sopesamos mucho a cuál ir hasta que tomamos la decisión. El más barato, of course.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero que puta foto es esta!!!!!

Parece que Cesar es un monitor (bastante chungo, por cierto) de tiempo libre que ha sacado de excursion a dos ciegos y dos disminuidos psiquicos.

Exijo que se borre...

Edu