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martes, septiembre 30, 2008

Money, Money, Money

Siempre que planeas un viaje de este tipo una de las primeras cosas que te planteas es la pasta que te vas a gastar. Suele ser dificil hacer una aproximación, así que para el que le pueda valer de ayuda aquí van nuestros gastos. Antes hay que tener en cuenta dos consideraciones:

-El dólar ha estado durante todo nuestro viaje entre 1,50 y 1,55 euros. La verdad es que nos ha salido bastante más barato por este tipo de cambio tan favorable.

- No están incluidos en los gastos los regalos, souvenirs, etc, que cada uno de nosotros realizó.

Vamos allá:

-->Transporte
  1. Viaje en avión de Bilbao a Nueva York y de Los Angeles a Bilbao: 1059.68 € cada uno
  2. Viaje en avión de Nueva York a Chicago:94.92€ cada uno
  3. Alquiler de coche 2 semanas completas y 3 días: 1036.7€ total (207.34 cada uno)
  4. Gasolina: 673.45€ total (134.69€ cada uno)

-->Estancia

  1. Hoteles: 1290€ total (258€ cada uno) En N. York 4 noches, 2 en Chicago y una en los Ángeles.
  2. Moteles: 1088.75€ total (217.75€ cada uno)

-->Comida: 1903.35€ total (380.67€ cada uno)

-->Varios:630.65€ total (126.13€ cada uno) Incluye gastos de entradasvarios, peajes, parking

TOTAL: 2479.18 € CADA UNO

Si alguien quiere más detalles se puede descargar el archivo con todos los gastos.

http://www.megaupload.com/?d=CIGFZNZP

jueves, septiembre 18, 2008

El recorrido definitivo


Ver mapa más grande

25 JULIO BILBAO-NEW YORK
26 JULIO NEW YORK
27 JULIO NEW YORK
28 JULIO NEW YORK
29 JULIO NEW YORK-CHICAGO
30 JULIO CHICAGO
31 JULIO CHICAGO-FARMERSVILLE (Illinois) 389,46 KM
1 AGOSTO FARMERSVILLE-ST.ROBERT(Missouri) 328,31 KM
2 AGOSTO ST. ROBERT-CHANDLER(Oklahoma) 630,06 KM
3 AGOSTO CHANDLER-AMARILLO(Texas) 548,79 KM
4 AGOSTO AMARILLO-SANTA ROSA(Nuevo Mejico) 400,73 KM
5 AGOSTO SANTA ROSA-GRANT(Nuevo Mejico) 463,49 KM
6 AGOSTO GRANT-FLAGSTAFF(Arizona) 476,37 KM
7 AGOSTO FLAGSTAFF-GRAND CANNYON-FLAGSTAFF 333,13 KM
8 AGOSTO FLAGSTAFF-GRAND CANNYON-BOULDER CITY 638,91 KM
9 AGOSTO BOULDER CITY-LAS VEGAS-BEATTY (Nevada) 292,90 KM
10 AGOSTO BEATTY-PORTERVILLE(California) 529,47 KM
11 AGOSTO PORTERVILLE-SEQUOIA AND KINGS CANNYON-FRESNO 387,85 KM
12 AGOSTO FRESNO-YOSEMITE NATIONAL PARK-ESCALON 378,20 KM
13 AGOSTO ESCALON-SAN FRANCISCO-SAN JOSE 281,64 KM
14 AGOSTO SAN JOSE- THOUSAND OAKS(LOS ANGELES) 616,38 KM
15 AGOSTO THOUSAND OAKS- LOS ANGELES 175,42 KM
16 AGOSTO LOS ANGELES-BILBAO 53,11 KM
17 AGOSTO LLEGADA A BILBAO


TOTAL KM EN COCHE 6924.20

martes, septiembre 16, 2008

Novedades

Ya tenemos una de las crónicas que faltaban. Concretamente la del día 13. Se ha hecho esperar pero ya está aquí. Esperemos que las otras 2 que faltan no se retrasen tanto.

Comentar también que en las crónicas de los primeros días he puesto algunas fotos más, ya que durante el viaje no pudimos hacerlo y habían quedado un poco pobres visualmente. Incluso he insertado algún video. Tambien en la crónica del dia 22 he insertado alguna foto más cortesía de la parte campurriana del grupo. Queremos tus fotos ya, César.

A ver si en breve tenemos alguna entrada más con los datos finales del recorrido exacto, gastos, millas y algo más que se nos vaya ocurriendo.

lunes, septiembre 01, 2008

Día 23: Los Ángeles- Bilbao

GAME OVER


Lamentablemente, esto llega a su fin. Apenas quedan unas horas para regresar a casa… Sí, echamos de menos nuestras novias, la familia, nuestras posesiones terrenales, nuestra tierra, el RH+… y no necesariamente en este orden.


Algún intrépido viajero se despierta a las 6:45 (hora local, de Los Ángeles, vamos) con intención de visionar el partido de baloncesto EEUU-España, podéis imaginar quien fue semejante freaky, con tan mala suerte que estos americanos, tan patriotas ellos, no lo emiten por ningún canal de televisión gratuito. Increíble, mucho patriotismo, mucho himno nacional pero nada de nada del partido. Ahora mismo, sólo tienen ojos para Michael Phelps. No hay mal que por bien no venga, se puede dormir más… siempre que no duermas en la habitación de Carlos y te despierte el móvil, claro está.


Después de un suculento desayuno en el hotel, aprovechamos que tenemos la mañana libre para visitar alguna zona de la ciudad. Como nos encontramos en pleno barrio chino (otra vez) nos damos una vueltecilla. Más o menos es lo mismo de siempre… comercios variados, olores extraños, personas con los ojos rasgados… bueno, hay una pequeña zona un poco distinta, con edificios estilo chino. También hay un bar en el que hay cartel que comunica que allí se rodó alguna escena de alguna peli de Jackie Chan (no sé cuál de las 1024).





Vamos a intentar algo nuevo, algo distinto. Vamos al downtown (que está ahí al lado). Como buenos americanos, vamos en coche (y ya sabéis que coche… más americano no puede ser). Además de algunos rascacielos y edificios de oficinas, la calle (a ras de suelo) tiene bastante ambiente. Parece que estamos en México D.F. Hay que aprovechar y entrar en las tiendas, aunque no compremos nada.






El tiempo se nos echa encima, lamentándolo mucho, nos dirigimos hacia el aeropuerto (con bastante tiempo de antelación pues tenemos varias tareas pendientes, como devolver el cañonerou y facturar). Increíblemente, el coche logra llegar a la zona del aeropuerto donde se devuelven los coches de alquiler, a pesar de tener en el depósito, aprox, unos -3 galones de gasolina… tan increíble, o más, es que no nos hayan dicho nada al devolverlo. Un autobús nos traslada desde esta zona a la terminal del aeropuerto.





Una vez allí, nos disponemos a facturar. Mientras hacemos la correspondiente cola un señor traba conversación con nosotros. Es un mexicano que va de viaje con su esposa. Nos cuenta algunos chistes (muy malos, de estos que te obligan a reír sin ganas) y también parte de su vida. Parece que no le han ido mal las cosas y que ha viajado mucho, tanto por motivos de placer como por negocios. Lo cual choca cuando uno se fija en su ropa. No os podéis imaginar que chándal más cutre lleva. Parece un skyjama, pantalón gris, sudadera gris. Si no fuera por la muy prominente barriga y por la edad, podría pasar por uno de esos yonquis que venden kleenex en los semáforos. Cuando les llega su turno nos despedimos con gran pena, pues habíamos empezado a cogerle cariño a Cantinflas y Señora.
Llega nuestro turno, casualmente empieza a facturar César. “No problem”. El chico que nos atiende es latino (eso siempre ahorra malentendidos). Pero cuando va a facturar el siguiente nos dice que nos hemos equivocado, volamos en distintas compañías y tenemos que ir a otra terminal. Vaya, a correr. Nos despedimos de César y quedamos con él en Frankfurt, donde sí que volaremos a Bilbao en el mismo vuelo. César está un poco acojonadillo. A partir de ahora todo lo va a tener que hacer sólo, sin la ayuda de ninguno de sus valerosos compañeros de viaje.


Tras la pertinente carrera, llegamos a la terminal que realmente nos correspondía. Hay un montón de mostradores de facturación y mucha gente dispuesta a volar pero muy pocos empleados. ¡Oh, oh!
Mientras se va acercando nuestro turno vemos como funciona el sistema y empezamos a temernos lo peor. Parece que hay que facturar en unas máquinas y que los pocos empleados, tan solo se dedican a poner las pegatinas a los equipajes para que lleguen a sus respectivos destinos. Cuando llega nuestro turno lo intentamos con la máquina de marras pero todo se complica. De los tres métodos que se pueden usar para meter tus datos, no nos funciona ninguno. Se masca la tragedia. Mientras esperamos a que alguien nos atienda y nos eche una mano, somos nosotros mismos quienes ayudamos a sacar sus billetes a unos chicos italianos. Paradojas del destino… con ellos no hay problemas y se pueden sacar el billete.
Logramos captar la atención de una amable trabajadora que nos echa una mano (pero con cara de pocos amigos… está claro que no es su labor y no le hace mucha gracia). Hace los pasos correctos (casualmente igual que hemos estado haciendo nosotros) pero a ella si le funciona. Tras sacar los billetes de Luis y Miguel por el método de “Home English”, nos dice que hagamos igual con el resto. Ningún problema con el de Carlos, esta vez, pero al llegar a Edu no sólo no se puede, sino que además, aparece un mensaje de “error” (¡horror!) diciendo que nos pongamos en contacto con algún empleado. Igual alguien se tiene que quedar en los Estados Unidos…
Finalmente se lo comentamos a un japo-americano que, esta vez sí, nos ayuda con mucha amabilidad.


Bueno, ¡prueba superada! Ya podemos dirigirnos a la puerta de embarque con más tranquilidad. Después de lo vivido, pasar por todos los sistemas de seguridad nos parece pecata minuta e incluso una inspección rectal para comprobar la existencia (en este caso ausencia) de sustancias estupefacientes, nos habría resultado placentera comparado con lo que acabamos de pasar.
En las pantallas de la puerta de embarque van apareciendo unos mensajes criptográficos que, al principio, no entendemos. Como en nuestros billetes no nos han asignado asiento, deducimos que puede ser esa información… así es. Entre otros números y letras, logramos descifrar nuestros asientos: VEG, M 25; SAI, E 18; CAB, C 21; VIC, L 9. ¡Esos son nuestros nombres y números! ¡Que tranquilidad!
La gente empieza a embarcar. Nos colocamos en la cola cuando ha transcurrido un tiempo, es tontería estar de pie en la cola si vas a entrar de todas maneras. Cuando estamos a punto de pasar escuchamos por megafonía: “Caballerou, Carlos; Sais, Eduardou; Vegas, Miwel Anjel; Visente, Luis por favor acudan al mostrador situado junto a la puerta de embarque” Bueno, en realidad lo dicen en inglés y no somos los únicos viajeros requeridos. Parece que teníamos que haber pasado antes a recoger las tarjetas de embarque… que cosas. ¡¡¡Vaya pardillos!!!
Por esta pequeña minucia, ahora vamos a tener que hacer un viaje de un montón de horas separaditos. Habrá que aprovechar a dormir o ver las interesantísimas películas que ponen. Como los típicos videos de los autobuses. ¡Qué grandes películas se veían! ¡Y cuantas veces se repetían las mismas pelis!


Tras la paliza del vuelo llegamos a Frankfurt, donde podremos volver a juntarnos a nuestro amado compañero de viaje. Como hemos tenido mucho tiempo, incluso para pensar, nos hemos dado cuenta que nos han dado la tarjeta de embarque del vuelo a Frankfurt pero no la del vuelo a Bilbao. ¡Mecachis! ¿Otra vez nos va a pasar lo mismo? ¿Otra vez la prisa y el estrés?
Bueno, vamos a intentar mantener la calma y hacer las cosas como Dios manda.
Primero habrá que localizar el lugar donde lograr nuestra tarjeta de embarque. Todo parece indicar (por lo que dicen los letreros) que tenemos que seguir una dirección. Parece que tenemos que ir hacia↑. Por si acaso, para asegurarnos y contradiciendo las más elementales normas de la física (esa que dice que los hombres somos incapaces de preguntar cuando estamos perdidos) le preguntamos a una chica en un punto de información. Para gran sorpresa nuestra la chica nos dice que tenemos que ir hacia ↓. Nos reunimos los cuatro para decidir qué hacer. ¿Seguimos la indicación de la chica o nos fiamos de nuestro instinto y los carteles? Decidimos lo último. Está claro que es mejor no preguntar…
Llegamos a un punto en el que tenemos que bajar de la planta 2 a la 1. Hay dos escaleras mecánicas que bajan. ¿Cuál cogemos? ¡Que más da!
Vaya… resulta que SI era importante. La que hemos cogido, baja directamente a la planta 0. I’ve never seen that!!!
La planta 0 es la de recogida de equipajes… mal rollito. El tiempo se nos echa encima. Buscamos con la mirada unas escaleras o un ascensor que nos permitan volver a subir. Nada de nada.
Estamos jodidos… pero bien jodidos.
No nos cuesta mucho tomar una decisión. Nos la jugamos subiendo por las escaleras mecánicas que bajan. Si, si, has leído bien.
No es nada fácil intentar subir por unas escaleras mecánicas que bajan. Entre los nervios, el equipaje de mano y la dureza propia de esa proeza… Al principio empiezas fuerte, le vas ganando terreno a la máquina. Pero llega un momento en el que te empiezan a fallar las fuerzas, empiezas a sentir lo mismo que Scott o Amundsen cuando intentaron llegar a los polos.
Pero finalmente lo conseguimos, trastabillando en el último escalón (de hecho, Carlos tropezó y “besó” el suelo.


También logramos nuestras tarjetas de embarque y reencontrarnos con César. A pesar que al principio habíamos pensado que podría tener algún problema por ir sólo, la realidad nos muestra que nada es lo que parece. A César le han puesto en “busines-clas” y ha tenido un viaje de lujo. Con mucho espacio, buena comida, bebidas, etc…


Bueno, esto toca a su fin. Cuando leas estas líneas ya estaremos en casa, echando de menos las hamburguesas, el cañonerou, nuestro inglés de gomaespuminglish, etc…


Ojalá algún día podáis hacer un viaje parecido. ¡Merece la pena!

Día 22: Thousand Oaks- Los Ángeles

WHERE IS PAMELA?
Hemos llegado a Hollywood. ¡¡Hollywood!! ¡¡La ciudad de las estrellas!!
Es cierto eso de que la tele engorda. Desde luego lo ha hecho con esta ciudad, porque vista desde aquí, in situ, no parece tanto. Hollywood Blvd con su Walk of Fame no parece tan grande como en la tele, ni tan brillante. Se han olvidado de ponernos la alfombra roja y las luces no brillan. Que pena no haber coincidido con algún acto, seguro que la ciudad se transforma y luce más.
Eso si, aquí todo “artista” tiene su estrella. A la altura de nuestra suela, como merece más de uno. Quisiera ser critico con este tipo de cosas, pero siendo de naturaleza humilde y de condición sencilla, comprendo que no se pueden separar los talentosos músculos de Schwarzenegger de la no menos talentosa voz de Aretha Franklin. No hemos podido resistir la tentación y nos hemos hecho una foto con nuestro ídolo, Chuck Norris. Le hemos pedido a otro guiri que nos hiciera la foto de rigor, mientras jaleábamos, ¡Chuck! ¡Chuck! ¡Chuck! No se si podremos añadir esa foto, porque se mantenía a una distancia de seguridad propia de contaminación nuclear.
Dando un paseo por Hollywood Bvld, hemos comprobado que la profesión de superhéroe esta de capa caída al ver a Spiderman, Superman, el Zorro y alguno más, repartiendo folletos de no se que historias.

Hemos pensado que no podemos irnos de la ciudad sin ver las letras de HOLLYWOOD.
Nos consta que son bastante grandes, pero nos cuesta dar con ellas. Por fin encontramos el camino de Mulholland Drive, que nos conduce hasta una zona alta desde la que podemos ver las famosas letras. Bueno, una cosa mas.
Nos hemos puesto camino a la playa. Y por supuesto, a la playa de Santa Mónica. Tenemos que comprobar ciertas cosas relacionadas con “Los vigilantes de la playa”.

De camino, pasamos por Beverly Hills y claro, hemos tenido que darnos una vuelta. No esta mal esta zona, me recuerda un poco a Neguri. Me pregunto si una casita por aquí, será tan cara como en mi barrio.

Volvemos a ponernos camino a la playa. Nos encontramos semáforos cada 300 metros, y parece que los tienen programados para que te tengas que parar en todos, así que el camino se nos hace cansino y tedioso. Por fin llegamos a la playa y con esto, al final de la ruta 66. Nos hacemos una foto con la placa que presumiblemente es indicativo del final de la ruta. Se nos mezclan la alegría de haber completado nuestro objetivo, con la tristeza de saber lo que esto supone.
La playa, inmensa. Hemos tenido que cruzar un desierto de arena para llegar a la orilla. Llevad agua para el camino.
Vale, vemos las casetas, vemos los coches de los socorristas, incluso vemos algún socorrista, pero… ¿y las patinadoras?, ¿y las chicas con cuerpos aceitosos?, ¿y las socorristas?, ¿y Pamela? Pues nada, parece que alguien ha avisado de que veníamos. Creo que así es mejor.
Después de tanto tiempo sin ir a la playa, hemos tenido que venir hasta aquí para meternos en la mar. Por fin, chapuzón en el Pacífico. Hora de comer. Nos hemos ido al Café Crepe. En el 1460 3rd st. Hablan español y tanto la comida como el trato es bueno.
Después de comer hemos dado un paseo por la zona peatonal, en la que diferentes artistas nos muestran su arte. Se ve y se escucha a gente, que en nuestra humilde opinión, es realmente buena.

Hemos optado por darle al cañonero lo mínimo para beber, así que vamos todo el día con la reserva en rojo. Esperamos haber calculado bien el consumo y las millas que nos quedan hasta el aeropuerto, porque seria una lástima quedarse tirado por el camino y no poder coger el avión. Jo, no podríamos ir a trabajar.

Decidimos ir a buscar el hotel que habíamos reservado previamente desde casa. Es el Metro Plaza Hotel y se encuentra en el 711 N de la Main St.
Hoy no tendremos que buscar ni regatear para dormir, que bien.
Este hotel, al igual que el de New York, esta en el barrio chino. Nos gusta el riesgo.

Después de asearnos, volvemos a la calle. Tenemos que exprimir el tiempo al máximo. Vamos descubrir la noche de Los Ángeles. Coño, buen titulo para un libro. La noche de los ángeles. Vale, pues como en otros sitios, no somos capaces de encontrar zona de marcha. Tampoco necesitamos mucha, solo un poco, con un nivel parecido a la semana grande de San Sebastián nos conformaríamos. Un beso Amaia. Por otro lado, vemos que es una ciudad un poco oscura y triste por la noche. Tanta estrella y no se refleja en la ciudad. Seguramente no nos hayamos movido por los sitios adecuados, pero ya hemos dado demasiadas vueltas, así que decidimos ir al hotel y tomarnos allí unas garimbas, que esta es nuestra última noche en tierra de los EEUU. La siguiente la pasaremos en el aire.

Hoy cuesta meterse en la cama, sabemos que cronos no se para y que tratar de alargar la noche es retrasar lo inevitable. Conscientes de que esto se está acabando, nos vamos a dormir contentos por lo vivido en este viaje y sabiendo que mañana veremos a nuestra gente. Siempre y cuando no nos quedemos tirados por el camino.

Día 21: San Jose- Thousand Oaks (Los Ángeles)

WHEN POSSIBLE MAKE A LEGAL "U" TURN...
Esta será, sin duda, la frase más escuchada del viaje. Es la frase que nos decía la voz del navegador del cañonero cada vez que nos confundíamos de camino o no hacíamos caso a sus no siempre sabias indicaciones. En general nos ha resultado de gran ayuda pero otras veces... cariñosamente la llamábamos "la guarra" o "la zorra", en función del grado de cabreo que nos produjese.

Tras pasar noche en San José, nos dirigimos ya dirección sur con idea de acabar el día lo más cerca posible de Los Ángeles. Pero primero paramos en Santa Cruz, donde reside un primo de Luis con la idea de desayunar con él. La quedada es en un restaurante brasileño y el desayuno es una fabula. Las camareras están muy bien, en particular hay una increíblemente guapa.

Tras despedirnos del primo de Luis, retomamos el camino hasta Sand, donde paramos en un "Circuit City" (una especie de centro comercial de aparatos informáticos, etc... tipo "Media Markt") con la idea de mirar algunas cosas (un portátil, cámaras, un disco duro externo). Hay un portátil con buena pinta en los papeles de propaganda pero ya se les ha acabado, así que decidimos seguir y parar en algún centro igual (o similar) por el camino (para desesperación de Carlos, que es el único de nosotros que no tienen pensado comprar nada... salvo un pin de la ruta 66, ya difícil de conseguir y en cualquier caso que nos e va a encontrar en un sitio de estos.

Una vez más en el coche, llegamos a Carmel, donde comienza una famosa carretera californiana que recorre el estado de norte a sur (o viceversa). Se trata de la "Big Sur". Ellos la llaman así porque el primer camino que se hizo por allí lo llamaron "Gran Sur" los misioneros españoles que llegaron a las costas californianas a comienzos del siglo XVIII. Solo han cambiado al ingles la primera mitad del nombre. Para que os hagáis una idea, es la carretera por la que conduce Michael Douglas como un perro en celo en "Instinto Básico" cuando va en busca de Sharon Stone.

La carretera está plagada de curvas y tiene un entorno espectacular. Montañas a un lado y al otro el mar. Desafortunadamente, hay algo de niebla y no podemos contemplar la belleza de los parajes en todo su esplendor.

Finalmente, paramos en un sitio donde había buenas vistas (y algo menos de niebla) para comer y luego continuamos hasta San Luis Obispo, donde termina esta carretera.

En esta ciudad volvemos a la carga con la tecnología. Esta vez paramos en un "Best Buy" pero los precios son más caros, de modo que a pesar de la hora (las 7 de la tarde) decidimos seguir camino hasta Santa Bárbara, donde el navegador nos indica que hay otro "Circuit City" pero tenemos que llegar antes de las 9...
Llegamos a las 20:40 y compramos lo que teníamos pensado, tras lo cual, al llegar al coche hicimos cuentas del despliegue tecnológico que teníamos:
- 2 portátiles.
- 9 cámaras digitales.
- 18 tarjetas de memoria.
- 2 discos duros externos.
- 2 navegadores.
- 2 MP4.
- 1 calculadora científica.
- 5 teléfonos móviles.
- 4 pen-drives.
Vamos... ni en la NASA!!!

Ya más relajados todos, reanudamos camino a Los Ángeles hasta llegar a Thousand Oaks uno de los pueblos/ciudades que pertenecen a Los Ángeles o están en su área de influencia. Allí pillamos un motel (un "6", como tantas veces) y cenamos después. Lo cual es bastante raro, pues casi siempre hemos dejado para el final buscar un sitio para dormir.

El viaje se está acabando. Ya solo nos queda ver Los Ángeles mañana y la mañana del día siguiente, pues por la tarde tendremos que tomar los vuelos de regreso a casa. Se nos va a hacer raro no tener hamburguesa y coca-cola para comer o cenar. Lograremos acostumbrarnos y readaptar nuestras vidas a un estilo de vida europeo?

Día 20: Escalon-San Francisco-San Jose (California)

Empieza un nuevo día. Hoy toca San Francisco. Ayer nos quedamos en Escalon, a algo más de 80 millas de la ciudad de las cuestas, así que nos toca madrugar algo más de lo habitual en nosotros. Desayunamos de camino en el coche nuestro habitual yogur y un plátano con la intención de no perder demasiado tiempo con los copiosos desayunos americanos.

Amaneció un día algo ventoso (alguno no lo tuvo en cuenta cuando se hizo una parada antes de llegar a San Francisco para echar un meo) y bastante más fresquito que en jornadas precedentes. Incluso tuvimos que sacar nuestras sudaderas del fondo de las maletas por primera vez en todas nuestras vacaciones (alguno más friolero ya lo tuvo a mano hasta el último día). La idea de bañarnos en el Pacífico por primera vez en nuestras vidas la tuvimos que dejar para otra ocasión. Sólo un intrépido viajero tuvo la osadía de introducirse en dicho océano.

Llegamos a San Francisco y después de callejear un rato enseguida nos dimos cuenta de por qué le llaman la ciudad de las cuestas. Y menudas cuestas. Nuestro cañonero sufría y rugía mucho en ellas. Y como consumía el tío. El marcador de la gasolina bajaba rápido, como todo el viaje, pero esta vez más.

Enseguida llegamos a la orilla de la bahía de San Francisco, al lado del Golden Gate. El otro puente, por el que entramos a la ciudad, el Bay Bridge es más largo pero el primero es más emblemático. En medio de la bahía se veía la isla de Alcatraz con su prisión.

Poco después atravesamos a pie el Golden Gate ida y vuelta. Bonitas vistas de San Francisco desde el medio del puente. A la vuelta la niebla se iba echando sobre el puente, así que pudimos hacer algunas fotos diferentes de él.

Tras comer en un italiano en el barrio italiano de la ciudad seguimos callejeando por las cuestas. Nos acordamos de Steve McQueen en la película Bullit pero nos reprimimos nuestras ganas de una carrera con el cañonero aunque lo compensamos haciendo un travelling desde el techo del Lincoln Navigator con una de nuestras supercámaras bajando Lombard Street, famosa calle que es tan empinada que han tenido que hacerla formando eses para poder bajar por ella.


Otra cosa curiosa que tiene la ciudad son unos autobuses eléctricos conectados pòr unos cables que cuelgan sobre las calles. También es famoso el tranvía de San Francisco, con el que nos cruzamos varias veces.

Acabamos el día tratando de realizar unas compras (sí, otras más) que nos habían encargado. A algún dependiente no le sentó bien que le regateáramos y que comprobáramos que la mercancía estaba en buenas condiciones. Como vimos que se ponía borde nos fuimos sin comprarle nada después de estar un buen rato en la tienda. Detrás de nosotros algún mother fucker y alguna que otra lindeza. Curiosa manera que tienen de tratar a los clientes por aquí.

Día 19: Fresno- Yosemite National Park-Escalon (California)

Después de pasar la noche en Fresno, partimos hacia el Parque Nacional de Yosemite, que queda a nada menos que 80 millas. Por si fuera poco, a medio camino nos encontramos con una máquina que está pintando las líneas de la carretera y nos hace ir un buen rato prácticamente parados.
Cuando por fin llegamos al Parque (25 $ por vehículo, válido para 7 días), el primer sitio al que nos dirigimos es al Glaciar Point. Aunque es un ratillo de coche merece la pena porque desde allí se puede contemplar unas vistas increíbles del Half Dome (una curiosa y enorme roca que parece que está cortada por la mitad), de las cataratas de Yosemite (lástima que en nuestra visita estén secas), y alguna otra catarata.


Inmersos entre tanta naturaleza nos sale el lado montañero y decidimos que ya va siendo hora de aparcar el coche (perdón, EL CAÑONERO) y andar un poco, así que retrocedemos un trecho y tomamos un camino que nos lleva a Sentinel Dome, desde donde podemos contemplar mientras comemos otra de las “piedras” famosas del Parque. Me refiero al llamado “Capitán”, una mole que, por lo que cuentan, es una especie de Meca entre los escaladores (si veis la foto sabréis por qué).


Después de meditar un rato si lo escalamos o no, al final decidimos dejarlo para otro día, que ya es un poco tarde, hoy hace mucho calor y esos excesos no pueden ser buenos. Así que en vez de escalar el Capitán, lo que hacemos es acercarnos hasta la Bridalveil Fall. Os parecerá que vamos a lo fácil, pero de eso nada, que para llegar a la cascada hay que jugarse el tipo (casi tanto como para subir al Capitán), y si no os lo creéis, mirad la siguiente foto.


E incluso nos dimos un bañito.


Total, que solo conseguimos salir del estado de criogenización en que nos han dejado las aguas de la cascada de marras cuando ya se está poniendo el sol, justo a tiempo para contemplar uno de los anocheceres más bonitos de todo el viaje, y por si pensáis que exagero, vedlo vosotros mismos…



En resumen, que si vais a viajar por la zona y estáis pensando si pasaros por Yosemite o no, no lo dudéis. No creo que os arrepintáis, aunque os recomiendo no escoger agosto, porque el hecho de verlo sin apenas agua en sus numerosas cascadas le resta bastante de su encanto.

Día 18: Porterville- Sequoia & Kings Canyon National Park- Fresno (California)

Goodbye Porterville! El Sequoia & Kings Canyon National Park nos espera, así que allí dirigimos las ruedas de nuestro Cañonero.

La entrada nos cuesta lo mismo que la del Gran Canyon, es decir, 20 dólares por coche, un precio razonable. Enseguida empezamos a ver secuoyas. La verdad es que son grandes las puñeteras, como podréis comprobar en las fotos que os ponemos a continuación:

Ya me imagino lo que estaréis pensando, que al lado de Miguel hasta una encina parece grande, y no os falta razón, pero para que os imaginéis el verdadero tamaño de estos monstruos botánicos, tened en cuenta que cuando cae alguno de ellos por una zona de paso de la carretera, abren un boquete en el tronco del árbol para que pasen los coches por debajo y… HASTA CABE EL CAÑONERO:

Bueno, el primer punto importante que vamos a visitar dentro del Park es Moro Rock, que como su propio nombre indica es una roca por la que se puede ascender y desde cuya cima se ven una estupendas vistas del Parque. Eso sí, tened cuidado si veis que está nublado, porque debe ser una zona con bastante riesgo de que caiga un rayo. O eso decían los carteles, aunque como dice César, estos americanos lo flipan mucho, así que igual es que una vez cayó un rayo, y ya piensan que va a caer uno todos los días. Como a nosotros nos gusta vivir peligrosamente (y el cielo está completamente despejado), nos arriesgamos, y la verdad es que las vistas no defraudan.


Bajamos de Moro Rock y volvemos al cañonero para comer. Esto está lleno de carteles que advierten de que no dejes alimentos en el coche, por lo de los osos, e incluso hay unos contenedores metálicos para guardes la comida en ellos, pero nosotros no hemos hecho ni caso. Nos parece que con toda la gente que hay por la zona, a los osos no les va apetecer demasiado acercarse, y además, es mucho más probable que nos quedemos sin comida si la dejamos en esos contenedores, que hay muchos osos de dos patas que son muy vivos.

Después de una suculenta comida (sándwiches y cervezas), seguimos nuestro camino, dirigiéndonos ahora al General Sherman. Para los que no lo sepáis, ése es el nombre del árbol más grande del mundo, que por supuesto, es una secuoya gigante que está en este Parque. Cuando decimos que el General Sherman es el árbol más grande no nos referimos a que sea el más alto, que no lo es, sino al que más madera contiene en su interior. Para que os hagáis una idea, éstas son sus cifras: Mide unos 84 metros de alto, 11 metros de diámetro en la base y 31 metros de circunferencia, tiene un volumen de 1487 metros cúbicos, y se le estiman unos 2200 años. Se cree que lo plantó la duquesa de Alba.


Una vez que nos hemos extasiado lo suficiente con tan magnífico árbol, volvemos a la carretera deseosos de conocer los demás secretos que ofrece el parque. Así que otra vez al coche, y cogemos la National Scenic Byway dispuestos a seguirla hasta que se acabe el parque. El problema es que tanto mirar las maravillas naturales, se nos ha olvidado fijarnos un poquito en la aguja del depósito de gasolina, y resulta que está un pelín vacío. Miramos el mapa que nos han dado al entrar y vemos que en él hay un aviso que dice: “No gasoline sold in parks”. Es decir, que no hay gasolina sólida en el parque. No problemo, porque nosotros la queremos líquida, así que p’alante y en la primera estación paramos. En caso es que empiezan a pasar los kilómetros (perdón, las millas, que aquí no tienen kilómetros) y la gasolinera no aparece. Por mucho que intento conducir suave para economizar, los tres mil y pico kilos que mueve el cañonero se notan y la aguja no para de descender. Llega un momento en el que el cuentakilómetros (perdón, cuentamillas) del coche deja de marcar las millas que llevamos recorridas y empieza a marcar las que nos falta para que se nos agote el depósito: 35 millas. Joder, parece que lo hacen para acojonar. Bueno, de aquí a 35 millas, anda que no habrá gasolineras. Seguimos avanzando y ya un poco mosqueadillos llegamos al final de la carretera. Como no hemos visto ninguna indicación, y contraviniendo los más elementales instintos masculinos, nos bajamos y preguntamos a unos amables lugareños dónde está el punto de repostaje más cercano, convencidos de que ya no puede andar muy lejos. Aunque no entendemos un carajo de lo que nos contestan, por la cara que ponen nos imaginamos que no está tan cerca como suponíamos. Además tenemos que dar la vuelta y volver por donde hemos venido. Miramos otra vez el cuentamillas: nos queda gasolina para otras 21 millas (¡Glup!). Y encima está anocheciendo. ¿Cuánto costará una grúa que saque nuestro cañonero del parque? Intentando alejar ese tipo de preguntas de nuestras mentes, damos la vuelta y como no queda otra alternativa salvo que queramos pasar la noche allí, volvemos a la carretera. La cuenta atrás nos va poniendo cada vez más nerviosos. Nuestra única esperanza es llegar a Kings Canyon Lodge, por donde ya habíamos pasado antes sin parar porque no tenía pinta de haber gasolinera allí. Cuando por fin llegamos nos queda gasolina únicamente para 11 millas. Al entrar vemos que sí hay gasolinera, pero es tan vieja que no sabemos si aún estará en funcionamiento hoy en día. Nos bajamos Miguel y yo y entramos en el local. Allí nos atiende una señora a la que preguntamos si tienen gasolina (de la líquida, que de la otra ya sabemos que no). Una vez más, no entendemos un carajo de lo que nos dice, pero parece que nos quiere decir que ya está cerrado, o algo así. Parece que la señora se quiere hacer la remolona, así que saco mi lado salvaje y le lanzo una mira felina de esas que no admiten replica:

Y, por supuesto, sale inmediatamente a ponernos la gasolina. Cuando os decíamos que la gasolinera era vieja no estamos exagerando. Al repostar vemos un cartel que advierte que son los surtidores de gravedad más viejos de América.


El sistema es curioso: primero la gasolina que le vas a meter al coche llena el depósito cilíndrico que veis en la foto, y una vez que se ha hecho eso, la gasolina pasa a nuestro coche por la acción de la gravedad. La verdad es que a nosotros nos da igual: por fin tenemos comida para el cañonero, y eso nos llena de felicidad, como podéis comprobar:

Tan contentos estamos que decidimos salir del parque e ir a celebrarlo como se celebran aquí las grandes cosas: con una buena hamburguesa, of course.

Ha sido un día de emociones fuertes, así que buscamos un motel y nos vamos a la cama, que mañana nos espera Yosemite, que también promete…

Día 17: Beatty-Porterville (California)

LEAVING LAS VEGAS



Salimos del motel Death Valley, en Beatty, a las 11:00 de la mañana. Un poco tarde, pero el día de ayer fue intenso y aprovechamos hasta tarde.
Bueno, ya podemos decir que hemos dormido en el desierto. No ha resultado tan duro. Se nota que estamos hechos de otra pasta.

Hemos pasado por el punto de información turística de Beatty, pero lo hemos encontramos cerrado. Así que sin consejos acerca de cómo atravesar este desierto, nos hemos preparado por nuestra cuenta poniendo en práctica nuestros conocimientos de supervivencia. Como no nos decidimos entre camellos o mulas, optamos por seguir en el cañonero.

Seguimos sin cobertura, así que nos resulta imposible ponernos en contacto con la gente que queremos. Tenedlo en cuenta, que luego hay malos rollos con eso de “no me llamas nunca” y “no te acuerdas de mi”. Es mejor poner sobre aviso a quienes acostumbréis a llamar. Y después del desierto vienen los parques naturales y pasara más de lo mismo.

Nos hemos metido en el desierto y bueno, como describir lo que vemos… esto es inmenso y esta lleno de… nada. Vale, tierra seca, mucha caló y las plantas normales de estos lugares, pero no vemos el típico cactus de las pelis. Tal vez estén en Almería.

Hemos hecho un descanso en el desierto. Por llamarlo de alguna manera, porque el termómetro marca 113º F, que vienen a ser 45º C.


Nos hemos parado en Stovepipe Wells, no se puede decir que sea un pueblo. Vemos dos tiendas, un salón, un restaurante, una gasolinera y creo que un… ¿motel?

Os preguntareis ¿a quien se le ocurre montar en mitad del desierto, este chiringuito? Pues os contestamos. A alguien con mucha visión de negocio. La hostia con el oasis en mitad del desierto, seguro que es más rentable que Las Vegas.

Mejor que no os pille necesitados de gasolina. ¿Y la tienda? En el poco rato que estuvimos allí, no paraba de pasar gente por la caja. Nosotros incluidos, of course. Hay momentos en los que el aire acondicionado es un reclamo demasiado fuerte.

En marcha de nuevo hasta Lone Pine, donde nos paramos a comer. Entramos en el “The Mt. Whitney Restaurant” que esta en la carretera principal de entrada al pueblo. Salimos contentos tanto por el trato recibido, como por la comida. Una de las chica que trabaja aquí, habla español, así que por respeto a ella, por unos instantes volvemos a nuestra lengua materna incluso para hablar entre nosotros.

Después de comer, completamos lo que nos queda del Death Valley, para poner rumbo hacia el parque de las Sequoias.
Por cierto, sabíais que… ¿el Death Valley es el segundo parque natural más grande de EEUU, después de Alaska? Pues os digo mas, en él se encuentra la cota mas baja de América del Norte y el pico mas alto de EEUU. De lo que se entera uno cuando lee, eh?
Hemos pasado al estado de California y se va notando en el paisaje. La tierra empieza a tomar otro color y donde antes veíamos arbustos y tierra seca, ahora vemos árboles y arroyos. Es sorprendente este cambio tan acentuado en el paisaje.


La noche nos ha atrapado en el coche y hemos sido testigos de un accidente protagonizado por una vaca parda, por ser de noche. Parece que los ocupantes del coche se encuentran bien y el único que ha resultado herido, ha sido el animal. Después de un intento de envestida, sin daños, el cowboy nos dice que podemos avanzar, pero que lo hagamos despacio para no asustar mas al animal y por el coche que se encuentra siniestrado delante nuestro. Buff, que mal rato.

Hemos llegado a Porterville y hemos pensado que lo mejor a estas horas es pasar por un supermercado y hacer compras para cenar hoy, y desayunar mañana. Así ahorramos tiempo y dólares.
Un día tranquilo, de no ser por el accidente. Hoy nos quedamos a dormir aquí, en Porterville. Buenas noches y buena suerte

Día 16: Boulder City- Las Vegas- Beatty (Nevada)


En anteriores capítulos de “Lost” (in the USA):

Cinco intrépidos jóvenes viajan de una punta a otra de los Eh, Eh, Uh, Uh en un cañonerou. Pero el camino está lleno de peligros que hay que sortear… por ejemplo,
- ¿Qué clase de grifo tendrá el motel de esta noche? ¿Me helaré con agua fría hasta que logre descifrar como sale la caliente?
- ¿Qué tipo de taza habrá en el water? ¿Las de absorción (normal) o las de abducción (que arrastran todo al hiper-espacio con una velocidad tres veces superior a la de la luz)?
- ¿Qué diferencia hay entre un Hotel y un Motel? Aparte de la H y la M.

Las últimas noticias sobre ellos les situaban en un Hotel-Casino de Boulder City (Nevada), después de no haber podido realizar su tan ansiada excursión en helicóptero sobre el Gran Cañón…


Bueno, ya hemos abandonado la ruta 66 de manera definitiva, lo que no vamos a dejar es la ruta del colesterol.
Parece que hoy nadie ha despertado a nadie erróneamente. Aún así, Carlos persiste en sus problemas… hoy no le ha sonado el móvil/despertador.

Tras haber encontrado ese increíble hotel de Boulder City (a precio de motel) nos disponemos a desayunar en el mismo. Problema, entre pedir y que nos sirvan tardan más de 50 minutos. Nosotros nos lo engullimos en menos de 10 minutos. Por primera vez no ponemos ni un céntimo de propina.
Y por fin llegamos a Las Vegas, antro de perdición. Una ciudad llena de hoteles/casinos que por dentro son como parques de atracciones. Lo primero que nos sorprende al llegar es que vemos varias capillas para casarse. Bueno, eso lo conoce todo el mundo. Lo que no sabíamos es que también hay capillas “drive-trhu”, es decir, que te puedes casar desde el coche (romántico, ¿eh? Podría dar para la letra de una canción de Mana o La Oreja de Van Gogh). Yo me pregunto… ¿quién ordena a los sacerdotes que celebran estas bodas? ¿Carlos Jesús? ¿El padre Apeles?...

Las Vegas es una ciudad grande en medio de un desierto. ¿De dónde sacan el agua? Es un misterio. Ya en Galena (Kansas) le preguntamos a Rafa (camarero del restaurante de comida mexicana “Mi torito”, sito en la susodicha ciudad) y nos miró con cara rara (como pensando, de dónde vendrán estos pobres hombres). Nos comentó que “aquí” el agua sale por el grifo todo el año y que no sabe el origen.
El meollo de la ciudad se encuentra en Las vegas Boulevard (también conocido como “The Strip”) una calle muy larga en la que se encuentran gigantescos hoteles que también albergan casinos en su interior. En realidad, podría decirse que son como parques de atracciones o temáticos, que sirven para atraer a los jugadores (o turistas).
Por poner algún ejemplo, el “Luxor” es una pirámide y dentro está ambientado estilo antiguo Egipto; el “Paris-Las Vegas” tiene una reproducción de la torre Eiffel, del Arco del Triunfo y por dentro, el techo está pintado el cielo con nubecitas… ¡parece que es de día permanentemente!; el “Venetian” es parecido. Por dentro hay un canal con góndolas (y gondoleros) incluidas.
Así podría contaros de unos cuantos…

Este día hemos variado la táctica de ataque a la ciudad. Como es muy fácil no perderse (es ir recorriendo una calle) nos damos una hora y quedamos a la entrada de uno de los hoteles pero la visita la hacemos cada uno a nuestro ritmo. Luego comida y a la tarde seguimos igual, esta vez nos damos dos horas y media.
Comimos en el “Harley Davidson Café”, muy chulo. Decorado con motos y con unas camareras de escándalo. No sé que las dan de comer…
Nos pegan un buen puyazo y, por segunda vez en el viaje (que yo recuerde), nos incluyen la propina en la cuenta sin consultar (un 17%...). No me parece justo. Tendríamos que ser nosotros quienes decidamos en función del servicio.

Por cierto, estamos los cinco de acuerdo en que hemos visto cantidad de jamelgas por Las Vegas. Como todo el mundo sabe, los seres inertes y la mayoría de los seres vivos tienen tres dimensiones, exceptuando a la vaca que tiene 6 (delante, detrás, Izquierda, derecha, arriba y abajo y las mujeres que tienen cuatro. Pues bien, en Las Vegas, las mujeres tienen muy desarrollada la cuarta dimensión.
Da la impresión que aquí se puede pillar fijo (basta intentarlo).

Tras la quedada en el punto de encuentro de la tarde vemos alguno de los hoteles juntos (el “Venetian”). Decidimos que ya que estamos en Las vegas hay que apostar algo, ¿no?
El resultado fue el siguiente:
* César se encuentra un cuarto de dólar.
* Carlos echa 1 USA $ en las tragaperras con escaso éxito.
* Entre todos nos jugamos 20 USA $ en la ruleta. Repartimos las fichas y… mierda, sale el 2. ¿Cómo vamos a proseguir ahora el viaje si todos nuestros ahorros se han ido al carajo?
Afortunadamente, en nuestra mesa solo estábamos nosotros y el “crupier” (o como se llame la persona que atiende a la ruleta). Por cierto, era igualito que “el chino Kudeiro”.
Curiosamente, para poder jugar les pidió la identificación a Carlos y Miguel (no debía fiarse que fuesen mayores de edad) cuando son los más veteranos de nosotros.

Entre pitos y flautas salimos de las Vegas a eso de las 11:30 p.m. con dirección a Pahrump (es difícil de escribir pero más difícil es de pronunciar) y con idea de dormir allí. Después de lo de la noche anterior hemos preguntado en varios hoteles de Las Vegas a ver si hay algún chollo… pero nada. Todos completos (y son mega hoteles) salvo uno y cuesta 341 $ la habitación. Con lo que hemos perdido en las apuestas no nos lo podemos permitir.
Increíblemente, en Pahrump tampoco encontramos un motel con habitaciones libres, así que decidimos seguir camino hacia nuestro siguiente destino (Death Valley Nacional Park) y rezar para encontrar algún pueblo con moteles con plazas libres…
Todo lo que nos vamos encontrando esta cerrado.
Llegamos a un pueblo (Beatty, Nevada) que parece tener varias opciones. El primer motel está cerrado por obras. Probamos en el siguiente y justo cuando vamos a entrar se nos adelanta un coche… y cogen las tres habitaciones que quedaban libres. ¡Que mala pata!
En el siguiente motel nos dicen que tampoco tienen plazas pero nos ven tan desesperados (son casi las tres de la noche) que la chica de la recepción hace una llamada para ver si nos pueden dar 2 habitaciones en el motel del pueblo que estaba en obras. Bajo nuestra responsabilidad si pasa algo, nos dan las dos habitaciones. ¡Menos mal! Hay que ver el lado positivo, hemos hecho de noche el trayecto que habríamos tenido que hacer por la mañana. Podemos levantarnos un poco más tarde de lo habitual.

Y así termina la historia del día. Lo que suceda a partir de mañana nadie lo sabe.